viernes, 7 de enero de 2011

El vuelo de Ícaro


ÍCARO, EN LA MITOLOGÍA GRIEGA, fue preso en la isla de Creta junto a Dédalo, su padre, constructor del laberinto —sí, el mismo que contenía al Minotauro—. Minos, rey de la isla, mantenía vigilancia estrecha sobre ellos, por lo que en afán de escapar de su cautiverio, Dédalo concibió un plan para ese fin.
Ideó unas alas que adhirió con cera a sus brazos y los de su hijo, la advertencia a seguir, no volar cerca del sol pues este podría derretir la cera y entonces las alas se desprenderían, cayendo ellos a una muerte segura en las profundidades del océano.
Padre e hijo levantaron el vuelo.
Una vez sobre el mar, Ícaro no resistió la tentación de volar cada vez mas alto. Hasta tocar el Sol. el final de la historia es fácil de imaginar.
Tres y nueve de la mañana. Tengo cuatro, quizá cinco horas… ocho, precipitándome en espiral después de haber tocado el sol. Mis pobres manos, alas quebradas… fundidas al calor del nuevo sol no soportan mi peso… el de estos sueños extraños que jamás imaginé podía yo soñar.
Y una de mis crisis asoma en el horizonte.
Me leeré trágico pero, cuando pienso que nada puede obscurecer mi ya lúgubre túnel de angustiosa soledad, me procuro una desgracia aún mayor. No he necesitado de la ayuda de nadie en la consumación de la tarea que es apagar todas y cada una de las luces que me podían mostrar el camino de regreso.
Yo lo he hecho solito.
Ese debe ser mi orgullo.
El 18 de marzo cuando toquen 'Flight of Icarus', sólo espero no ser olvidado, como estas viejas anclas —son más tristes los muelles cuando atraca la tarde, perdón Pablo, no lo pude evitar—, por quién pueda recordarme.

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